LAS VANIDADES DE LA LETI

Estoy que no quepo en mis carnes. Alguien disfrazada de princesa, con corona, banda y todo, en la portada del Vanity Fair. Sí, como a principios del siglo XX. Lo primero que me digo es, ¿quién leches es la tonta esta que va de princesa habiendo superado los treinta? La Leti. Los que no conceden entrevistas ni hablan de su vida han contado a los periodistas de la susodicha publicación, en una entrevista exclusiva, perlas de intimidad y secreto de estado. La niña mayor, Leonorita, le pregunta a mamá que en qué trabaja. La mamá, en un alarde de humildad y justicia, le responde, nena, trabajo en arreglar este país. Tócate los machos. Mientras, el principito, que poco tiene de azul, y bastante más agrio que el de Beckelaer, posa al lado de su princesa, más estirado que el palo de una escoba. Como ella, también lleva una banda. Y una barba de hombre adulto hace lo posible por sutilizarle esa cara de "no me entero de nada". En pleno año de la crisis se construyeron un palacio de 300 millones de euros. Esos que dicen que trabajan en arreglar España. Como no sea que se refieran con España a la cara de Leti... Pero vaya, rostro, lo que se dice rostro, después de tanta operación, sigue teniendo, y mucho. Nuestro dinero nos ha costado...